Comedia

Adam Sandler protagonizando un ejemplo creativo de comedia moderna.

OCEAN’S 8 (Las chicas de Ocean)


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La fórmula era clara: reunir al grupo de estrellas más molón del mundo del espectáculo y ponerlos a desvalijar con la suavidad con la que imaginamos que Sinatra se preparaba una mimosa a la hora del desayuno. Tipos ‘cool’, tipos elegantes, tipos divertidos. Se trataba de seguir las andanzas de unos ladrones con tanta clase que se diría que no cometen delitos, si no lo contrario: el espíritu hedonista tras sus estafas se fundamenta en cierta justicia poética; roban porque, simplemente, no están dispuestos a renunciar a ninguno de los placeres de la vida. O dicho de otro modo, atracaban las oscuras cámaras acorazadas del sistema capitalista para reinvertirlo en belleza (viajes, comida, ropa, arte…). Y todo sin perder la compostura. Bullock se pone en la piel de Debbie Ocean, hermana del Danny Ocean que interpretara su compañero de fatigas en Gravity. Y como tal se nos presenta: saliendo de la cárcel bajo libertad condicional, con un plan en la cabeza y un equipo por reclutar. La genética Ocean. A su lado, una eléctrica Cate Blanchett asume el rol que jugara Pitt en su día, el de mano derecha de la líder. Dueña de un bar (descacharrante presentación), con un punto macarra que la sofisticada australiana calza con evidente disfrute y presta a que todos emulemos a Kristen Stewart en la pasada edición del Festival de Cannes. Y si antes el objetivo eran los casinos, ahora lo será un colgante Cartier valorado en 150 millones de dólares, una de las joyas del evento más chic y exclusivo de la moda norteamericana, la Gala MET. Un objeto del deseo con el que entrará en escena el personaje encarnado por una fabulosa Anne Hathaway, que parodiando su imagen de diva acaba llevándose la película como quien no quiere la cosa, en lo que constituye sin duda el robo más satisfactorio de todo el metraje. MUY BUENA, SÍ.

MI VILLAO FAVORITO (GRU)

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Los estudios Universal siguen intentando hacerse un hueco en el competitivo mercado de la animación tras experiencias bastante poco satisfactorias como Hop (2011), o más recientemente Lórax: En busca de la trúfula perdida (2012). En esta ocasión, se utilizaba la figura del villano para trastocar las convenciones y terminar convirtiéndolo en un superhéroe después de percatarse de su naturaleza trasnochada y descubrir que tiene un poco de corazón. De ahí viene principalmente la gracia de esta película que cuenta en el reparto de voces originales con un siempre inspirado Steve Carell en el papel protagonista poniendo acento húngaro.

Gru, mi villano favorito, es una cinta de animación divertida, que contiene ideas estimulantes y ofrece una aventura familiar impecable. Es cierto que le falta un poco para llegar a la altura de su competidora más cercana (Dreamworks) y bastante para alcanzar a la casi inalcanzable Pixar… pero eso no quiere decir que tanto el diseño de personajes (los «minions» a la cabeza), como la narración y el sentido del ritmo y la capacidad de entretenimiento, sean de primera calidad. MUY DIVERTIDA Y FAMILIAR, SÍ.

LAS CAZAFANTASMAS (SHADOW HUNTERS)

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A estas alturas todos admitiremos que ese incunable dirigido por un Ivan Reitman en estado de gracia a partir de un guión perfecto escrito al alimón por Dan Aykroyd y el añorado Harold Ramis, es no sólo un clásico, sino una obra de arte expuesta no en un museo (si estuviera encantado, vale) sino en el subconsciente y la nostalgia de varias generaciones. Paul Feig, en teoría el director más alejado del estilo humorístico de Reitman, Aykroyd y Ramis, propone algo que no podríamos o deberíamos llamar remake: una reinterpretación no de la película sino de cómo hemos acabado viendo la película original. Todos los elementos parecen estar ahí: el primer espectro, los mocos verdes, la reunión de los investigadores de lo paranormal, la puesta en marcha del negocio, el eco/cachondeo mediático, los primeros encargos, la amenaza a la ciudad de Nueva York, el caos urbano… Y también personajes de la primera: Slime, el muñeco gigante marshmallow, el alcalde (un Andy García que no sabe dónde está, el pobre)… además de los cameos de los que todo el mundo habla pero que no se corresponden (salvo uno) con sus roles en el film ochentero. Bien, todo está ahí, todo apunta a repetir la historia pero la gracia (al menos para quien esto firma) es que la historia importa un pimiento. De hecho juraría que el argumento es el reciclaje de algún guión no producido o rechazado para una continuación de Men in Black (el malvado de la función parece directamente sacado de algún Hombres de negro). Nada de eso importa: Cazafantasmas encadena guiños a lo que más ha perdurado de la película de Ivan Reitman, les da a veces una vuelta muy a lo Scooby-Doo (¿no son los fantasmas los mismos que en la mítica serie televisiva de dibujos animados?) y se entrega a lo que realmente es la cinta, una fiesta temática de disfraces. Temática Ghostbusters, por supuesto, pero también ochentera (Kate Mckinnon no para de homenajear a esa década). NO ME GUSTÓ PARA NADA, NO.

EL CLUB DE MADRES REBELDES.

Nacida para sacar de sus fundamentalistas (y profundamente aburguesadas) casillas a cierta parte del movimiento feminista, ese que solamente mira hacia terceros mundos o territorios de neocolonialismo del buen rollo, Malas madres, con su defensa a ultranza del modelo de cine cómico y de la anarquía como una de las más bellas y liberadoras artes, se revela mucho más feminista, efectiva y sincera que esas otras muestras militantes y militontas

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Hartas de ser babysitters y de tener que poner cara de felicidad ante la tiranía de los cuellicortos, la trinca de mamis van a ser las lisístratas de la era moderna pero sin poner restricciones sexuales a sus parejas, sin poner restricciones a nada. Emparentada tanto con la corriente peterpanista (término androcéntrico, me señalaría alguna feminista) como con la de las odas a la irresponsabilidad inmadura como modo de madurar, Malas madres, escrita y dirigida por los artífices de Resacón de las Vegas (¡Oh, son hombres! ¡Vade retro!), hace del caos y de la incorrección, pero más de la alegría de vivir despreocupadamente, hedonísticamente, su señera. Las comparaciones con Resacón en Las Vegas serán inevitables, comprensibles, pero solamente apuntar una cosa: en el film (films) de Todd Phillips los machitos poco alfa se desmadraban bajo la influencia del alcohol y otras sustancias de manera accidental, tratando de enmendar ese desliz a lo largo del metraje (conociéndose en verdad a ellos mismo en ese proceso, añadiría). En Malas madres no hay nada de accidental y sí de una toma de postura meditada. Hasta en eso nos siguen ganando ellas… UNA MADRE JAMÁS SERÍA ASÍ EN LA VIDA REAL, TOTALMENTE NO A LA PELÍCULA.

SCARY MOVIE 5

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Cuando Zucker llegó a la franquicia ‘Scary Movie’, levantada por los hermanos Wayans como prolongación de la asimilación del «humor ZAZ» estampada en ‘Los colegas del barrio’, la saga se encontraba en su tercera entrega y el equipo de guionistas responsables de la película original había abandonado el barco. La situación permitió que Pat Proft (el mejor aprendiz ZAZ, también colaborador de Jim Abrahams en ‘Hot Shots!’; no se pierdan su debut en la dirección: ‘¡Vaya un fugitivo!’) entrara junto a Craig Mazin para tomar las riendas del guión y el asunto quedó como en familia; incluso después apareció Jim Abrahams para echar una mano con la escritura de ‘Scary Movie 4’.
Sirva esta introducción histórica para llegar a una (lamentable) constatación: ‘Scary Movie 5’ está muy lejos de pertenecer a esa estirpe. David Zucker y Pat Proft vuelven a firmar el guión, pero es dudoso que el cambio de rumbo se deba por completo al director Malcolm D. Lee (‘Undercover Brother’). Más bien, si ‘Scary Movie 5’ ya ha perdido por completo la habilidad de equilibrar la zafiedad de sus explosiones escatológicas con gemas humorísticas de inspiración cartoon y comentarios más o menos ingeniosos sobre clichés del género de terror parece consecuencia del signo de los tiempos. Quizás de lo que un ejecutivo de Hollywood piensa que es el espectador adolescente medio: aquel que, si decide dejar de mirar GIFs de caídas en el ordenador y desplazarse hasta el cine, lo hará tan intoxicado y en compañía gamberra que el contenido del film importará menos que las caras famosas o burradas que su déficit de atención capte al mirar a pantalla. ESTUVO GRACIOSA PERO, DE TODAS FORMAS LE DOY UN NO.